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sábado, 16 de mayo de 2009

The scape , parte 2

... El temor y la horrible sensación de no sentirse a salvo siquiera en mi propia casa se había convertido en mi compañero todos los días. Era tremendo, estaba en un estado indescriptible, sintiéndome culpable de lo que sucedía, por vestir de cierta manera, por hablar con palabras con mayor propiedad y hasta por no haber prestado atención a las últimas noticias de televisión, las cuales trataban de secuestros o desvalijamientos...
Quería escapar, rápida y silenciosamente, no importaba cómo ni a dónde... Quería irme lejos. Mi vida pasó a ser de una totalmente corriente, a estar controlada por la policía día y noche, móviles que rondaban por el vecindario, noches enteras sin dormir, llanto que guardé en el rincón más profundo de mí. Lo único rescatable fue, el unirme más con mi madre, valorar lo que tenía, lo que ella hizo y hace por mí y tratar de no preocuparla.
Estábamos escondidas como ratas, como ladrones con móviles atrás nuestro en cada mínimo momento.
Las mañanas de colegio se me hacían interminables, no podía dejar de pensar en lo tétrico que sonaba que personas que se dedican a este tipo de cosas iban tras nosotras, siguiendo nuestros pasos sigilosamente...

La persona que nos había contado el plan, nos llegó a dar horarios de entrada y salida de nuestro hogar, horarios de escuela, clubes, llegadas a casa, etc. Estos datos fueron los que lograron que mi mamá crea esta historia...
Si bien nos encontrábamos resguardadas por la ley, que obviamente tenía sus miles de fallas, nuestra vida había cambiado... Y no nos sentíamos tranquilas, nada era lo mismo. Algunos fines de semana un policía amigo de mi madre estubo en nuestra casa, cuidando de nosotras, era obvio que habiendo más de un auto en casa ellos no se arriesgarían a entrar y terminar con su plan. Mientras tanto yo dormía un poco más que los demás días. Nuestra casa de pronto se fue transformando en una cárcel de alta seguridad, era tan injusto pensar que los que vivíamos encerrados éramos nosotros y no ellos. Pero a veces la vida no es justa.

Una noche de Domingo, yo me encontraba navegando en mi facebook, y chateando con una amiga de la familia, quién era una de las pocas que sabía lo que nos estaba ocurriendo, después de unos minutos la llamé por nextel y me volví a sentar en mi computadora, cuando de repente miro por la ventana que tengo atrás de la computadora y veo un auto del cual pude identificar 2 siluetas masculinas, que sin disimularlo estaban en la puerta de mi casa con las luces apagadas y mirando para adentro. Mi amiga se quedó al teléfono y le dije que había gente afuera, que era el señor que nosotras sabíamos, corrí a mi habitación, regresé a la computadora, casual y desgraciadamente esa fue la única vez en semanas
que me había apartado de mi celular, traté de calmarme y ser lo más racional posible, el miedo recorría mi cuerpo a toda velocidad, sentí un gran calambre en la pierna izquierda, no sé cómo hice, pero llegué a la mesa del comedor, agachada, tal como mi madre me había ordenado. Ella apagó la luz de adentro de mi casa, seguro que lo hizo para que no miren para adentro.
En ese momento, encontré mi celular mis manos temblaban. De repente me acordé que tenía el número de un oficial por cualquier cosa, pero al marcar me daba apagado o fuera del área de cobertura. Mi madre agarró su teléfono, mientras yo buscaba el número de la policía local en mi agenda del celular ( cosa inútil, porque jamás llegué a almacenar ese número ), corro hacia el inalámbrico de casa, me fijo que allí tiene que estar ese número, lo marco a toda velocidad y después de confirmar que estaba comunicada con la comisaría de mi zona pido urgente un móvil que llegue a mi casa, la mujer no comprendía muy bien las cosas, yo trataba de repetir los datos que le había brindado, quería llorar pero no había tiempo, no había tiempo de nada. Los minutos pasaban y el móvil no llegaba, pasados los 10 minutos de la llamada mi mamá llama al 911 ( yo quería volver a llamar a la policía, pero mi mamá se negaba. Tenía una bronca con esa voz femenina que había escuchado, inexplicable... El tiempo pasaba y algo que no puedo olvidar más que mi temor inmenso era la risa de mi madre, quién no podía parar porque no creía que pudieran tardar de esa manera, ¡era increíble! Yo seguía conteniendo mi llanto...
Luego de 20 interminables minutos de espera se digna a llegar el 911, el cual nos llevó nuevamente a la comizaría , en ese momento me sentí tal y como un detenido por la ley. nos dirigimos allí en la parte trasera ( que por cierto era muy muy pequeña e incómoda ) del móvil del 911. Yo rogaba que no me viera nadie, ningún vecino igual nos vio, porque todo esto fue al rededor de las 00 de un Domingo. Al llegar después de que le tomaran la declaración y la denuncia que le habían negado a mi madre, mi cuerpo comenzó a temblar, traté de calmarme y de hecho lo logré. Estuvimos hasta las 2 de la mañana allí. Cordialmente la persona que estaba del otro lado del teléfono a la medianoche nos había invitado a quedarnos en la casa al menos por esa noche.
Regresamos a casa, tomamos ropa para dormir, un abrigo cada una, algunas pertenencias importantes, mi mochila del colegio, mis maquillajes (cosa que le causó mucha gracia a mi madre), cargamos esas cosas en el auto, mientras la policía esperaba afuera y así se dio nuestro primer escape...

Continuará

1 comentarios:

Fran dijo...

Muy apasionante la historia, se ve que te tocó y mucho , espero que hoy por hoy vivan con otra tranquilidad y no con tanto miedo ni perseguidas porque la verdad que es una cagada vivir asi. Espero lo que sigue

Saludos !

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